Señor, Jesús, Señor
Que compartes Tristezas miserables y alivias con tu paz sufriente las desolaciones del alma;
A pesar de que falaces mercaderes hayan invocado tu nombre para infligir tanta aflicción por los siglos de los siglos…
Los que humildes y resueltos a Ti nos acercamos, proclamamos tu calor y tu consuelo y en Ti esperamos.
Jesús, Señor, Jesús
Perdónanos nuestras flaquezas y también a nuestro dirigentes aún cuando tememos que si saben lo que hacen; acoge, Jesús, a nuestros enfermos y a nuestros parados, que sufren la lepra de la desesperanza extenuando su vida preciosa en la impotencia; transmutación perversa de lo que habría de ser alegre y creativa juventud, serena y laboriosa madurez o el discreto abrigo de una vejez tranquila…
Sé severo si un solo día no nos estremecemos con el dolor del mundo y no nos des descanso, Señor.
Si olvidamos que por Ti y por todos los hombres la tarea es labrar este Valle de Lágrimas en jardín de Paz, dignidad y libertad…
Fortalécenos para exigir la equidad y el amor. Ahora, aquí, con la sangre latiendo, y que no aceptemos nunca más esa morosidad podrida y fraudulenta que deja para otra vida lo que a esta corresponde…
Señor, ayuda a España, no para imponer tu nombre, que eso ya nos ha pasado y aún nos dura una tristeza inextinguible…
Ayuda, Señor, a España, para que se instaure para siempre tu espíritu de tolerancia y obsequio para el otro…
Sin condición ninguna de credo o de colores, sólo por ser el otro, por ser el próximo…