El poder de Trump y de la mujer. Alegoría de la contradicción americana

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— P U B L I C I D A D —

Donald Trump no ha podido impedir el triunfo de los demócratas en la Cámara de Representantes, pero ha ampliado su mayoría en el Senado. Las mujeres han irrumpido con fuerza en unas elecciones marcadas por la buena marcha de la economía.

Quienes ardían en deseos de ver al presidente Donald Trump destituido mediante un procedimiento de impeachment tendrán que esperar un buen rato, tanto que se pueden topar incluso con el nuevo desencanto de la reelección del propio Trump en 2020.

El presidente se había planteado estas elecciones en Estados Unidos –toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado– como un plebiscito sobre su propia gestión. Tanto es así que había recorrido en una carrera maratoniana los principales estados, sobre todo aquellos en los que la pugna entre los candidatos republicanos y demócratas estaba más igualada.

Trump no ha podido impedir el triunfo de los demócratas en la Cámara de Representantes, que recuperan después de ocho años y que volverá a ser presidida por la diputada californiana Nancy Pelosi, uno de los valores en alza para competir por la candidatura de su partido en las presidenciales de 2020. Por el contrario, la exigua minoría de dos escaños (51-49) de que disponían los republicanos en el Senado se ha visto ampliada, lo que contrarresta de manera decisiva el avance demócrata.

La principal traducción de estos resultados es que cualquier iniciativa para remover al presidente de la Casa Blanca mediante un impeachment no prosperará, ya que es el Senado el que dispone de la capacidad ejecutiva para decidirlo. Otra cosa es que la nueva mayoría demócrata de la Cámara de Representantes le haga la vida imposible o, cuando menos, muy incómoda, a Trump durante los dos años que le restan de este su primer mandato. En efecto, puede multiplicar sus iniciativas para investigarlo: por obstruir a la Justicia al destituir al director del FBI, James Comey, que investigaba la supuesta connivencia de Trump y su entorno con los Servicios Secretos de Rusia; o por recibir regalos, títulos o dinero de Gobiernos extranjeros, sobre la base de que el presidente mantiene el control de sus hoteles y complejos inmobiliarios y de golf tanto dentro como fuera del país.

Esa batalla será políticamente muy cruenta, y Trump ya ha empezado a erigir sus muros de defensa mediante el despido fulminante de su fiscal general, Jeff Sessions, a quien el presidente acusaba de inhibirse en los intentos demócratas por investigarlo. Su objetivo primordial es destituir a Robert Mueller, el implacable fiscal designado para desentrañar la intrincada madeja de relaciones presuntamente espurias entre la familia Trump y el Kremlin.

Esta nueva mayoría demócrata en la House puede conseguir, empero, que finalmente el Tesoro de Estados Unidos facilite a sus representantes uno de los secretos mejor guardados, la declaración fiscal de Trump. Y también, por supuesto, iniciar otras investigaciones sobre otro de los temas más de moda: su comportamiento hacia las mujeres, conducta que, en caso de seguir el patrón que ha destruido la carrera de no pocos ídolos supuestamente indestructibles, podría actuar como un nuevo ariete contra su permanencia en la Casa Blanca.

Las mujeres irrumpen en las elecciones en Estados Unidos

En todo ello pueden tener un protagonismo innovador las mujeres, que han irrumpido con fuerza en estas elecciones en Estados Unidos. Ahí están figuras como Ilhan Omar, la primera americana-somalí en conseguir un escaño en la Cámara. Lo mismo que Rashida Tlaib, primera musulmana en sentarse en el Congreso. O Alexandria Ocasio-Cortez, de origen portorriqueño, convertida a sus 29 años en la diputada más joven de la historia norteamericana. La House también contará con las dos primeras diputadas indígenas, Deb Haaland, de Nuevo México, y Sharice Davids, de Kansas. Esta última también es innovadora en cuanto a convertirse en la primera lesbiana reconocida que gana en unas elecciones en Estados Unidos.

Pero, a pesar de todo ello, un primer examen más aproximado de los resultados electorales lleva a concluir que Donald Trump ha vuelto a ganar en la inmensa mayoría de las circunscripciones que lo auparon, contra pronóstico, a la Casa Blanca en 2016. Él y un Partido Republicano al que finalmente ha logrado controlar siguen siendo mayoritarios en las gigantescas extensiones rurales del país, así como entre los blancos acomodados de entre 40 y 60 años. Todos ellos subrayan la buena marcha de la economía y el meteórico descenso del desempleo en estos dos años de mandato de Trump.

En consecuencia, los demócratas habrán de reinventarse a partir de su avance electoral. Más allá de obstaculizar las iniciativas presidenciales y bloquear sus políticas, habrán de ofrecer un programa que atraiga, sobre todo, a […]

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