Estados Unidos alcanzó este viernes su techo de gasto, fijado en la friolera cantidad de 31 billones de dólares. De no ampliarse, el Tesoro americano no podrá endeudarse más, siquiera a corto plazo, para conseguir fondos con los que atender a los compromisos de la Administración norteamericana. Y por ahora no parece que en la Cámara de Representantes se logre el imprescindible acuerdo parlamentario para elevar ese techo, toda vez que esa actual mayoría republicana quiere hacer ostentación de un arma con la que debilitar al presidente Joe Biden.
Pero, esta lucha partidista desembocaría en una cascada de consecuencias de alcance mundial: suspensión por parte de Estados Unidos del pago de sus deudas -sería la primera vez en la historia-, y por supuesto, incapacidad para atender a los gastos sociales, incrementados muy favorablemente por las administraciones tanto de Barack Obama como de Joe Biden, e incluso forzar el aplazamiento en el pago de las nóminas de los militares estadounidenses.
En palabras de la actual secretaria del Tesoro y antigua jefa de la Reserva Federal, Janet Yellen, no honrar la deuda americana “provocaría una crisis financiera mundial”, cuyas consecuencias son relativamente fáciles de adivinar. La advertencia la realizó Yellen tan pronto como pisó tierra africana en Dakar, en donde ha comenzado una gira de diez días por todo el continente africano, un escenario del que Estados Unidos ha estado relativamente ausente en los últimos años, y en el que parece derrumbarse el statu quo mantenido a duras penas desde la descolonización.
El casi incontenible avance del yihadismo tanto hacia el norte como hacia el sur de la Franja del Sahel; el progresivo aumento de la hostilidad hacia la presencia francesa en varios de los países de la zona de influencia francófona; la constante penetración, con tintes cada vez más agresivos, de China y Rusia en el continente, y la frustración de muchos estamentos de las diferentes sociedades, han convertido a África en un campo de encarnizada competencia política y económica entre las grandes potencias.
Con su visita a Senegal, cuyo presidente Macky Sall lo es también de la Unión Africana (UA), Janet Yellen inaugura un desfile de altos cargos norteamericanos por buena parte de los países del continente, letanía que será culminada por el propio Joe Biden al final del presente año.
La secretaria del Tesoro no ha ocultado su preocupación porque la actual situación en el Capitolio pudiera derivar en una crisis, entre cuyas consecuencias más visibles estaría la pérdida de confianza en el dólar, la divisa que, pese a tantos intentos, sigue siendo la divisa de referencia mundial y en la que se ejecuta más del 70% de las transacciones comerciales mundiales. Tampoco habría que descartar, a juicio de Yellen, una recesión de alcance planetario, lo que daría lugar a otro escenario de imprevisibles consecuencias.
De momento, es una incógnita cómo se va a comportar la mayoría republicana de la Cámara de Representantes. Tanto es así que la actual situación de incertidumbre y amenaza de crisis financiera global nunca se había cernido en las pasadas 79 veces que, desde 1960, ha sido preciso proceder a una actuación legislativa para aumentar el techo de gasto.