«La estabilidad política y la seguridad jurídica en un escenario de recuperación económica constituyen excelentes oportunidades competitivas para el País Vasco», se congratula José María Bergareche, presidente del Círculo de Empresarios Vascos.
Éstas se han conseguido una vez superada la etapa de violencia pasada, conjurado últimamente el riesgo de tendencias que algunos califican de populistas como las que se han impuesto en Valencia, Barcelona, Madrid y en algunos ayuntamientos de la península, y, también, mediante el pacto entre PNV y PSE que controla ayuntamientos, diputaciones forales y Gobierno de Vitoria, en este caso en manos solamente del PNV, con unos niveles de conflictividad laboral en mínimos históricos.
«Hay conflictividad verbal, pero no real» asegura Eduardo Aretxaga, Director general de Confebask, «Los empleados de las empresas son personas responsables». En 2014 se invirtieron en Euskadi, procedentes de firmas extranjeras, 1.400 millones de euros, cifra significativa tras una época de retroceso de la inversión extranjera en los últimos años.
Los empresarios lamentan sin embargo que la presión fiscal mantiene un tipo impositivo que alcanzará en 2016 un 28%, frente al 25% del resto del Estado español. Algo que no sucedía desde hace 30 años.
Esta visión tan optimista presentada en un rotativo bilbaíno este fin de semana, El Correo, procede de fuentes del Gobierno Vasco y del empresariado. No se ha pedido la opinión a representantes de la clase trabajadora. Desde ese otro lado, cabría subrayar que el sindicalismo vasco cuenta con dos sindicatos de signo abertzale, ELA, afecto al PNV, y LAB, más próximo al abertzalismo de izquierdas, los cuales están en competencia con los otros dos sindicatos de alcance estatal, CCOO y UGT. En ningún otro lugar del Estado el sindicalismo está más disperso y desunido, quizá también más inerme.
Frente a un 23,78% de paro a nivel estatal, con un total de 5.444.600 parados, Euskadi cuenta con un 16,43% de paro, y un total de 171.200 desempleados. Un 14,7% de su población, 140.917 personas, son de origen extranjero, un verdadero «submundo» laboral, éste de los desempleados y emigrantes extranjeros, que nutren las filas del trabajo sumergido o en negro, los contratos a tiempo parcial y de corta duración, la inseguridad personal en el trabajo, la explotación laboral…
Es la otra cara de este «paraíso» que tiene tan contentos al empresariado y a la Administración vasca.