En los Sanfermines de Pamplona 2017 la violaron en un portal y los autores de aquellos hechos delictivos acaban de salir de la prisión; en todo el estado las violaciones y los asesinatos de mujeres se producen con demasiada frecuencia, a pesar de que algunas de las victimas están «protegidas» por la policía y por medidas sofisticadas de las nuevas tecnologías…
A pesar de todo esto, a los que levantan la voz pidiendo que se respeten los derechos de la mujer, sesudos abogados y juristas los critican y llegan a calificarlos de «histéricos/as». Y reclaman medidas de protección para los jueces que han autorizado la puesta en libertad de los Cinco de la Manada de Pamplona…
No; parece ser que la calle debe guardar silencio y dejar que la justicia española y el parlamento sigan su curso y sus ritmos lentos para frenar un machismo multisecular de esta sociedad y no parece tener demasiada prisa en corregir la situación.
Bajo la denuncia de histerismo y las que algunos consideran excesivas críticas al ejercicio de la justicia podría esconderse un veto al pueblo que exige tomar parte en el debate y a la mujer que está pagando como colectivo los platos rotos.
Pues no. En un régimen democrático, la voz del pueblo, la voz de la calle, debe ser tratada con el máximo respeto y escuchada y tenida en cuenta. Y las urgencias atendidas, y los asesinatos impedidos con medidas eficaces, y los autores de abusos sexuales o violaciones deben pedir perdón.
Por supuesto, todos debemos expresar nuestras reclamaciones y denuncias con la mayor serenidad y respeto posible.
Y ciudadanos y colectivos y autoridades debemos reconocer a la mujer el puesto y el respeto que merece según la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Mandamientos de la Ley de Dios y los Santos Evangelios…