El dilema del marxista ante el nuevo año

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— P U B L I C I D A D —

Mirándolo bien, resulta difícil añadir algún nuevo dato de interés al balance repetido que se ha hecho del 2009, el peor año de crisis de empleo que ha vivido España, desde las grandes reconversiones a que se vio obligado el primer Gobierno socialista hace veinticinco años. Los que no quieren hurgar en la herida sobre la crisis (ejemplo: J. Estefanía desde El País) se limitan a enumerar algunos hechos. Por ejemplo, que de los menores de 25 años el 43% está en paro; que más de un millón de hogares tiene a todos los miembros en desempleo; y que el 30% de los parados lleva más de un año en esa situación y la mitad de los españoles es mileurista, mas cuando luego entra en su crítica la eleva al marco de la economía global.

Desde otra sensibilidad informativa (El Mundo) señala que el agujero del Estado se quintuplica, al pasar de 14.000 millones de euros a 71.500 millones de déficit público en un año. Entre las causas del mal estado de la economía aporta más datos: el impuesto de sociedades que graba los beneficios de las empresas ha caído un 23% en 2009, la recaudación por IVA que nutre las arcas públicas se ha desplomado casi un 30% y, a pesar de estos descensos de ingreso, el Estado ha gastado un 5% más en retribuir a los más de tres millones de funcionarios que ya suman la Administración Central y Autonómicas. Un ejemplo candoroso de como se puede gastar más ingresando menos nos lo ha dado el Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, cuya alcaldesa decidió incorporar a la plantilla municipal cerca de 300 ciudadanos de la localidad a los que les afectó el paro de la vid. Ahora se encuentra con el problema de que no pueden pagar las nóminas y no sabe como aplicar un ERE desde un Ayuntamiento.

El voluntarismo de la alcaldesa de Jerez, acaso lo desearía aplicar todo buen marxista, pues es sabido que si no fuera por el fracaso que ha tenido en la práctica real la doctrina, no existe visión más ideal que la de lograr construir una sociedad donde todos sean felices recibiendo según su necesidad y trabajando y aportando según su capacidad. El incierto resultado de llegar al poder con esta idílica visión hizo a Felipe González abjurar públicamente del marxismo en el XVIII Congreso, respetando, como no podía ser menos, que en el seno del PSOE todas las sensibilidades convivieran y que el sueño marxista se albergara en los más jóvenes, entre ellos por aquel entonces el Secretario de las Juventudes socialistas de León, José Luis Rodriguez Zapatero. Y de aquella querencia antigua y juvenil mantiene raíces emocionales para imponerse a cualquier considerando. Así por ejemplo, no es inocente ni infrecuente que el Presidente haga referencia a estar frente a los poderosos, coreado por los ministros Blanco o Corbacho, como si existiera algún poder equivalente al de firmar en el Boletín Oficial del Estado y administrar más del 60% de la economía a través de Presupuestos, Cajas de Ahorro controladas por el poder autonómico y Empresas Públicas de toda dimensión. Desde el discurso de todo buen marxista, si se está en la cúspide y su decir es de referencia dominante, no es extraño entonces que haya inoculado en el tejido social cierto sentimiento inducido que hace moralmente sospechoso lo que suponga emprender un negocio, crear una empresa desde la iniciativa privada, porque en definitiva todo empresario como ya se sabe es un explotador que se apropia de las plusvalías del trabajador al que, menos mal, defienden dentro del capitalismo, quijotes de espíritu y con capacidad de sacrificar su propio bienestar, pongamos por caso, el compañero Candido Méndez, tal vez otro buen marxista de corazón.

Así, pues, cuando en un año desaparecen cerca de trescientos mil empresarios autónomos y micro-empresas que, por cierto, no pueden engrosar la lista de perceptores de subsidio de desempleo, alguna reseña piadosa si cabe dedicarles, pues al fin, no encajan de lleno en la figura del explotador. Si los que caen son empresas de cierta dimensión y, concretamente, en 2009 han suspendido pagos casi seis mil; si además una o más de esas empresas es de Gerardo Díaz Ferrán, Presidente de la Patronal, que desde 1974 inicio su actividad empresarial y ve, hoy, que todo se le puede desmoronar y sus trabajadores van al paro ¿Que cabe pensar de él? ¿Cual es el grado de su culpa? ¿A quien corresponde evitar que estas cosas pasen? Porque si, como corolario, el empresario que fracasa también es culpable, no debemos sorprendernos que en muchos perfiles de emprendedores lo que se percibe es desistimiento, desánimo, una actitud inhibitoria que quiere huir del riesgo, incluso el decidido freno consciente a seguir o crecer. Y esta manifestación del problema escapa del análisis coyuntural, es algo más profundo porque atañe a valores y actitudes. Incluso -lo admito- el diagnostico admite más debate, pero esa es la cuestión, pues la gravedad del problema no se resuelve apelando al optimismo y denostando el pesimismo, sino enfrentándose con decidida inmediatez a cambios que no se limiten a homologarse con Europa en legislación laboral, sino a reformar a fondo el modelo cultural imperante, empezando por estimular la iniciativa, aplaudir el mérito, reformar la educación universitaria, donde actualmente un alumno puede prolongar hasta diez años su estancia sin afrontar el costo real de su desgana, así como convertir la formación profesional y ocupacional en palancas efectivas para acceder al trabajo. Y junto a todo esto y más a machamartillo, enfrentándose al gigantismo burocrático, a la desmesura del despilfarro estatal y autonómico. No cabe, por ejemplo, pese a reconocerle al Presidente talante e intenciones benéficas, que nos quiera hacer creer que su Gobierno es líder de la innovación tecnológica, cuando la proporción del PIB en investigación en España es 3ª pero por la cola dentro de la UE y donde, por poner otro ejemplo más comprensible, la banda ancha es la más lenta y cara de toda Europa (según OECD.Factbook 2009)

Lo que no podían sospechar los buenos marxistas es que la mayor amenaza que vivirá la economía de mercado y ya veremos como termina, no se debe -aunque así se crea- al tema coyuntural del dinero fácil convertido en hipotecas basura para los americanos sin casa y sin empleo estable, sino fundamentalmente al largo y duradero efecto del fracaso del socialismo real, allí donde se aplicó a puro huevo como en los países del Este y en la misma China de Mao. De aquel fracaso, que se escenificó hace veinte años en el derrumbamiento del Muro de Berlín, viene produciéndose año a año la deslocalización de toda industria de mano de obra intensiva y no sólo, pues basta ver donde empiezan a fabricarse los coches y los grandes barcos, pues el dinero va allí donde puede invertirse para producir más barato, con menor costo y, por tanto, con mayo rentabilidad. Ya lo aprendió Felipe González en su viaje a China, gato pardo o gato negro, que más da, lo que importa es que cace ratones. Pero eso es otra historia que escapa del escenario temporal que se abre para el 2010 donde, para ser políticamente correcto, deseamos que sean ustedes optimistas.

Un artículo de Abel Cádiz, Presidente de la Fundación Emprendedores

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