Tener más mujeres en las listas electorales, y todas juntas en la cabecera, como ha hecho Manuela Carmena, con su candidatura a la alcaldía de Madrid, no me motiva, ni me reporta nada como mujer. Como escribía esta mañana en twitter Ángeles Álvarez, el sistema «cremallera» es una conquista que asegura la IGUALDAD total en las listas electorales. Es el sistema más eficiente. Saltársela en cualquier sentido no es progresista y la excepción, a la larga, termina por volverse en contra de las mujeres. Los políticos actuales no son, ahora mismo, el reflejo de la sociedad española prácticamente en nada, y desde luego en igualdad menos, pues no hay nada más demagogo que abrazar el feminismo de una manera intermitente, según vaya conviniendo. Las listas cremallera existen para evitar la discriminación de la mujer en la representación política, pero si también nos vamos a saltar esa norma, no nos extrañe que mañana un partido elija a 3 hombres para encabezar su lista y se quede tan ancho. Al tiempo.
Me temo que, en estas elecciones, o mejor dicho en este manojo de elecciones, porque son varias, las mujeres, vamos a ser el campo de batalla de los políticos, y desde luego no estoy dispuesta. Les rogaría, encarecidamente a todos los políticos que saquen, de una buena vez, sus manos del feminismo. No sé si es pedir mucho, que nos dejen en paz durante la campaña electoral, y luego una vez que ya tengan sus correspondientes responsabilidades de gobierno, cada uno en su ámbito, legislen, hagan leyes para acabar con desigualdad existente, y más que manifiesta que hay en nuestro país. Y esto va para todos y todas. Una ya está muy harta de tanto postureo, de que unos nos vean como sus compañeras de viaje, pero sin derecho a bussines, y otros nos vean como el enemigo a batir, como el monstruo más feroz, pero siempre haciéndoles la cama y fregándoles los platos. Lo que denota todo esto es que, a falta de proyectos políticos de gestión de un país, esta clase política parece que ha cogido la costumbre de colocarse tras nuestras faldas o contra nuestras faldas.
Ni somos moneda de cambio, ni somos campo de batalla, ni zona de juego político. A día de hoy nuestra hambre nos la pagamos nosotras, y nadie nos ha dado nada, salvo disgustos, todo lo que tenemos las mujeres de este país, lo hemos conseguido por nosotras mismas, a base de esfuerzo, voluntad, perseverancia y mucha resiliencia —para manual de resistencia el nuestro— así que queridos candidatos, y digo candidatos, porque seguimos sin mujeres en la carrera a la presidencia de nuestro país, legislen por la igualdad entre hombres y mujeres cuando toca, y ahora en la campaña electoral, déjennos en paz, porque desde luego a todos y todas, se les da de cine predicar, pero de dar trigo, ni hablamos. A los hechos me remito.