
“El terrorismo es como una bacteria alojada en el interior del organismo, al que poco a poco consume y destruye. España, al igual que nosotros, la padeció durante muchos años antes de lograr erradicarla. Por eso nos comprende mejor que ningún otro país entre los 28 que aún conforman la Unión Europea”. Así de rotundo lo expresaba el primer ministro turco, Binali Yildirim, en el curso de un desayuno organizado por Nueva Economía Forum, previo a ser recibido por el rey Felipe VI.
En ésta, como en otras intervenciones a lo largo de sus tres días de estancia en España, Yildirim no se ha cansado de preguntar dónde están los presuntos amigos a los que más se necesita cuando vienen mal dadas. Se queja de que “sin haber causado la guerra de Siria, Turquía paga gran parte de las consecuencias, la más importante recibir, alojar y mantener a 3,5 millones de refugiados de los 10 millones que Bashar Al-Assad ha provocado”.
En 30.000 millones de dólares cifra el primer ministro turco el coste de atender las necesidades de esos 3,5 millones de sirios que huyen del infierno sirio. La Unión Europea acordó con Ankara darle una subvención de 3.000 millones de euros, renovada con otros 3.000. “Nosotros hemos cumplido nuestra parte —asegura—, de forma que el flujo de migrantes hacia el territorio de la UE ha disminuido sustancialmente. Pero, a cambio, nosotros no hemos visto aún gran parte de los primeros 3.000 millones prometidos, y por supuesto ni un euro de los segundos 3.000 millones”.
Decepción tras decepción con la UE
Palabras que sirven de preludio a una afirmación más contundente aún: “cada año disminuye la confianza del pueblo turco en la Unión Europea, y la falta de cumplimiento de los compromisos de Bruselas hace mucho más difícil nuestro trabajo como políticos”. Yildirim desgrana muchas de las presuntas decepciones sufridas, a su juicio, por una Turquía que lleva treinta años de negociaciones de adhesión, siempre pospuestas, siempre bajo el mismo pretexto de no cumplir con los requisitos imprescindibles del acervo democrático comunitario.
Cuando se le inquiere sobre la represión, las decenas de periodistas detenidos y encarcelados, los 150.000 funcionarios destituidos de sus puestos y sin medios para rehacer sus vidas, Yildirim esgrime siempre la lucha contra el terrorismo como pretexto para consumar tales “medidas excepcionales”. Recuerda que Turquía sufrió un intento de golpe de Estado, durante el que se bombardeó el Parlamento y se intentó asesinar al presidente Recep Tayyip Erdogan. Este ha adelantado las elecciones en casi año y medio, avance que, según la oposición, busca consolidar su poder y eliminar lo que queda de oposición democrática a un régimen que ha consolidado el autoritarismo.
Al referirse a las relaciones con la OTAN (tiene el ejército más numeroso tras el de Estados Unidos), Yildirim reitera el apoyo de España dentro de la organización. Considera excelentes las relaciones económicas entre ambos países, y esgrime como un gran logro haber crecido al 7,4% en 2017 pese a la lucha sin cuartel al terrorismo y a los problemas que asuelan a todo el Oriente Medio. Se felicita del retorno y aumento del turismo, motivo de que su gobierno esté acometiendo la construcción en Estambul del que será el mayor aeropuerto del mundo, con una inversión de 12.000 millones de euros.
También tranquiliza a los países emisores de guerrilleros yihadistas, que ahora, mucho más experimentados como combatientes, intentan volver a sus lugares de origen, una vez desalojados de sus bastiones en Irak y Siria: “Hemos detenido hasta ahora a 4.500 de esos guerrilleros yihadistas [europeos], a los que mantenemos en las cárceles, y seguimos localizando y aprehendiendo a los sospechosos de pertenecer al Daesh que huyen a través de nuestras fronteras”.
Al abordar la geopolítica global, Yildirim es claro: primero hay que lograr el fin de la guerra [de Siria]. Luego, habrá que abordar la reconstrucción y las inversiones correspondientes. En ese proceso, dice haber facilitado ya a 160.000 refugiados sirios la vuelta a sus lugares de origen, fronterizos con Turquía, y amparados por lo tanto en la protección de Ankara. No considera a Assad, que está ganando la guerra, una solución a medio plazo, pero sí considera que habrá de sentarse a la mesa en las negociaciones de paz porque, se quiera o no, es una pieza fundamental del proceso.
FOTO y VÍDEO: Nueva Economía Fórum