Greta y Martínez Almeida

Greta y Martínez Almeida
Por
— P U B L I C I D A D —

La cosa tiene su «aquel». Madrid iba apagando las luces de la Navidad al paso de Greta Thunberg y la manifestación contra el cambio climático, y luego volvía a encenderlas como si nada. Pero Vigo no se dio por enterado en su porfía de luces navideñas y árboles con superalumbrados, como New York y como tantos pueblos y ciudades de España y del mundo que derrochan energía y contaminación y borran las noches y su embrujo y espantan a todas las aves que necesitan para sobrevivir de la oscuridad, y para tantos amores que si no tienen oscuridad y silencio languidecen…

Lo sentimos por ti, Greta Thunberg, y por todas las adolescentes y jovencitos de los que no somos dignos… Sentimos la vergüenza de nuestra hipocresía, de nuestro juego sucio, del doble juego de nuestra generación. Sentimos los millones de toneladas de alimentos que tiramos a la basura para aumentar la contaminación y burlarnos a la cara de los que pasan hambre y se mueren de hambre. Sentimos esa idolatría que practicamos del falso dios del consumo, del CO2, de los millones de aviones que soltamos al espacio para envenenarlo, de los barcos de recreo que envenenan el mar, de los miles de millones de toneladas de plástico con los que un día acabaremos quizá con los peces y la pesca, del Mar Menor de Murcia, de los ríos llenos de porquería.

Has hecho bien en denunciarlo, Greta, en decirnos a la cara que no esperáis nada de los gobernantes y señores del planeta de los alcaldes de grandes ciudades y pequeñas que derrochan luces para borrar las noches, de los dueños multiBillonarios de Google y otras pequeñas gigantes empresas, de los grandes fabricantes de ropas de moda con salarios de miseria, montones de basura y CO2 y billones de beneficio.

Quizá un día, Greta Thunberg, recuperaremos el uso de razón y haremos arte del de verdad, arte con mesura y cordura, arte que sintonice con la belleza de la naturaleza, que la realce y la haga más bella, armónica y equilibrada.

Aunque hacéis bien los jóvenes en preocuparos, porque quizá cuando recuperemos el uso de razón y nos curemos de la locura y la estupidez será demasiado tarde.

Serralaitz
Serralaitz, el seudónimo usado por el autor en atención a su lugar de nacimiento, es un localismo que corresponde al nombre dado en la zona a una sierra riojana: la Sierra de la Hez, un conjunto de montañas en el corazón de La Rioja, entre las comarcas de Rioja Baja y Alto Cidacos-Alhama y Cameros y a una altura superior a los mil metros. Desde esa altura, cuando no hay niebla, las cosas se aprecian de una forma muy especial.
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