Barceló, precursor en la Moncloa

Barceló, precursor en la Moncloa
Juan Laguna
Por
— P U B L I C I D A D —

La palabra “precursor” aparece con un par de acepciones en el diccionario: “Que precede o va delante en el tiempo” y “Que inicia o introduce ideas o teorías que ocurrirán en el futuro”. 

En la sala de reunión del Consejo de Ministros del palacio de la Moncloa, aparece la obra del pintor español Miquel Barceló titulada “L’atelier aux sculptures” perteneciente a la colección del Museo Reina Sofía de Madrid desde el año 2000 (nº registro ADO1912) y cedida para la decoración interior de la sede de Presidencia del Gobierno. Es una obra de gran formato (235 x 375 cms.), realizada en técnica mixta de relieve y pigmentos en el año 1993, tras la etapa maliense del autor, clasificada como “neoexpresionismo internacional “, un término ambiguo donde cabe casi todo. 

En la exposición realizada en Caixaforum en el año 2010 con el título “la solitude organisative”, su comisaria Catherine Lampert ) decía que el artista había explicado que “su vida se parece a la superficie de sus cuadros” en muchos de los cuales predomina el caos, la descomposición material y la metamorfosis, tal como se puede apreciar en la obra que comentamos: un espacio destartalado poblado de materiales, objetos, y muebles diversos sin orden ni concierto, por donde deambulan animales en distintas direcciones (unos gatos blancos -por cierto- a la caza de posibles ratones) en un ambiente que se adivina de suciedad y desorganización. 

Cada vez que la imagen presidencial aparece delante de esta obra, es como si el autor hubiera previsto lo que vendría posteriormente y hubiera realizado una metáfora del desconcierto, la improvisación y la negligencia, tanto de sí mismo, como del espacio en que se expondría, con un gobierno hecho de retales ideológicos y materiales diversos, de personalidades variopintas colocadas sin criterio ni orden, donde sobresale el esbelto gato blanco en la parte central del cuadro como señor del lugar.

El propio autor de la obra confiesa: “El tema de mis obras viene dado por la técnica. Siempre ocurre….. Primero hago algo y luego pienso qué parece. Si parecen las escamas de un pescado, pinto un pescado….”  Esta afirmación nos lleva a pensar cual fue el punto de partida de la obra que comentamos cuyo título es de lo más simple: “Taller con esculturas” o taller de un escultor donde el eclecticismo imperante, la moda importada y apropiada de la abstracción americana y la disponibilidad de materiales diversos, van a producir una obra  de arte contemporáneo. que trata de transmitir un mensaje determinado sin importar su pervivencia en el tiempo (estado de conservación). Una visión cortoplacista del “tente mientras cobro” de la mayor parte del arte actual y, al parecer, también de la política. 

La primera exposición del mismo autor en Mallorca (1976) con el nombre “Cadaverina 15”, presenta 225 cajas de productos orgánicos e inorgánicos en descomposición progresiva, siendo esta transformación o degradación material la esencia de la metamorfosis pretendida, cuyo final no puede ser otro que la podredumbre, el deterioro o la putrefacción de los componentes iniciales. Lo mismo cabe decir de sus obras cuyos soportes de papel están “devorados por termitas” sin que ello suponga menoscabo artístico o de cotización. El deterioro es un valor al alza en este caso. 

De esta forma Miquel Barceló, ese personaje que se pretende rebelde, es un precursor tanto de la política como de las sociedades actuales, donde no debemos olvidar que una es siempre consecuencia directa de la otra. En 2007 se le encarga el gran mural de la cúpula de la Sala XX de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones del Palacio de Naciones Unidas en Ginebra, cuyo coste de más de veinte millones levantó polémicas, sobre todo porque parte de la aportación española por un importe de 500.000 euros, correspondía a los Fondos de Ayuda al Desarrollo (FAD) que fueron justificados “por la contribución de la obra a la promoción de derechos humanos y el multilateralismo” (una justificación bastante burda para el gasto).  Eran tiempos del ínclito Sr. Zapatero que la inauguró junto al rey emérito español Juan Carlos I. La realidad es que, según el propio Barceló: “es una metáfora de la ONU”, en forma de cueva batida por las olas, con sus correspondientes estalactitas como “atrezzo” decorativo de este “dripping” gigantesco, donde cada cual puede sacar las conclusiones que le parezca.  

No podía ser menos el Palacio de la Moncloa, sede de la presidencia del Gobierno de España. De ahí la presencia abrumadora de “L’atelier aux sculptures” colocada en la espalda del presidente Sánchez, como metáfora precursora de la situación política española, en la nueva sala del multitudinario y flamante Consejo de Ministros.

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